Sueños por el
precipicio
Inés Herrero
Gris, dura, cortante roca. No quiere moverse, sus manos
aferran el tiempo, mientras su cabeza golpea el suelo irregular. Mira sin
ver, tantea curvas conocidas, se enreda en esa telaraña que nunca
cederá, almuerzo de una tarántula. Roza un cielo oscuro, muerto, soportando el
aire furioso que acomete contra su lomo, salvaje, sin pausas.
Cae en picado, cien pies sin rumbo que se estrellan contra
una masa transparente. Se hunde entre espuma, blanca y suave. Escucha
el susurro entre las leves ondas que desdibujan su recuerdo, ve los ojos verdes
de la sirena, ve los tentáculos del inmenso calamar, la cola blanca de la
colosal ballena… siente las burbujas que encierran los últimos suspiros, escapa
de la tristeza de los amantes separados y sucumbe entre los sueños de un
romántico suicida.