Este curso se presenta con grandes novedades. En diciembre verá la luz la primera Antología de cuentos del taller juvenil: La habitación prohibida. Informaremos puntualmente de ella.
Además, son bastantes los jóvenes que se han apuntado por primera vez al taller en este curso. Y con resultados sorprendentes en menos de un mes de actividad. Iremos subiendo poco a poco algunos textos de los nuevos. Esta vez le toca a Sandra.
Dejarse caer
Además, son bastantes los jóvenes que se han apuntado por primera vez al taller en este curso. Y con resultados sorprendentes en menos de un mes de actividad. Iremos subiendo poco a poco algunos textos de los nuevos. Esta vez le toca a Sandra.
Dejarse caer
El aire frío se colaba por las ventanas. Aquella noche era
más oscura que las anteriores. El silencio inundaba la sala iluminada por la
luna. Una anciana de piel rugosa con aspecto desagradable paseaba con la mirada
perdida. Se paró junto la ventana para observar aquel paisaje montañoso
cubierto de nieve. Un niño la miraba atentamente desde la puerta. Era bajito,
tal vez de unos ocho años, y con una sonrisa traviesa. Ella notó su presencia.
El niño avanzó cauteloso, procurando no llamar la atención,
sabía que eso la molestaba. La abuela se sentó en el sofá y bebió de la taza de
té que estaba en la mesa. Al beberlo, hacía un ruido como si hubiese un
terremoto en su boca.
Miró las fotos de la chimenea con un toque frío de invierno, viejo y desgastado. En una de ellas, su
marido sostenía en brazos a su hija. En otra, su hija embarazada le daba la
mano a su novio.
Suspiró. Su nieto, cuando ella se ponía triste, intentaba
atraer su atención corriendo, jugando y cantando a su alrededor. Corrió al sofá
y comenzó a cantar alegremente. La abuela, pálida, miró al único pariente que
le quedaba. Quería dejarse caer, derramar el té y acabar con el dolor, si no
fuese por aquel hermoso niño…