jueves, 4 de abril de 2013


Sueños por el precipicio
Inés Herrero
Gris, dura, cortante roca. No quiere moverse, sus manos aferran el tiempo, mientras su cabeza golpea el suelo irregular.  Mira sin ver, tantea  curvas conocidas, se enreda en esa telaraña que nunca cederá, almuerzo de una tarántula. Roza un cielo oscuro, muerto, soportando el aire furioso que acomete contra su lomo, salvaje, sin pausas.
Cae en picado, cien pies sin rumbo que se estrellan contra una masa transparente. Se hunde entre espuma, blanca y suave. Escucha el susurro entre las leves ondas que desdibujan su recuerdo, ve los ojos verdes de la sirena, ve los tentáculos del inmenso calamar, la cola blanca de la colosal ballena… siente las burbujas que encierran los últimos suspiros, escapa de la tristeza de los amantes separados y sucumbe entre los sueños de un romántico suicida.

viernes, 15 de marzo de 2013


El cisne.
Cristina Pumar

 

Ojos grandes. Sin expresión alguna. Pelo rubio recogido en un moño. Los labios dibujan una fina linea sobre la cara. La nariz cortante. Los pies tocan el suelo. Se mueve al murmullo de la música. La tela blanca se enreda entre las piernas. El cisne. Majestuoso y mejor que los demás. Una imagen. Un rumor. Una mentira. Nadie ve que está rota. Nadie ve detrás de la máscara, solo su belleza, sus gráciles movimientos. Siempre ha tenido que hacer lo que otros pretendían. Una marioneta sin hilos. ¿Qué pasa si mantienes un animal libre en cautividad?

 Notas suenan. La muralla se va derrumbando. Los pies se mueven sobre el lago acompañados por el susurro de los juncos y el silencio de los peces. Dulce se mezcla con salado. Los pájaros despiertan de su sueño. El hielo se derrite y deja ver una pradera. Alguna que otra flor completa la perfección aumentando la belleza. Tropieza con una piedra. Se delgado cuerpo emerge en el lago. Desaparece después durante unos minutos. La espalda se arquea cuando sale del agua, se vuelve a perder en el ritmo. Entre pirueta y pas de deux. Al cisne le crecen  alas y por primera vez alza al vuelo. 
‎14 CONSEJOS PARA CONSEGUIR ESCRIBIR DE UNA MANERA CLARA Y ELEGANTE.

1. Las preposiciones no son palabras adecuadas para terminar las oraciones con.

2. Evita ...las frases hechas y refranes. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

3. Utilizar comparaciones es igual de cutre que las frases hechas.

4. Sé más o menos específico.

5. Los textos NUNCA deben generalizar.

Seis. Sé consistente.

7. No seas redundante. Utilizar palabras de más, superfluas y vanas no hacen más que hacer perder un tiempo muy valioso al lector; además demuestran por parte del escritor falta de ideas y originalidad que queda patente en un texto vacío y lleno de palabras sin sentido.

8. ¿Quién necesita preguntas retóricas?

9. Las exageraciones son un billón de veces peores que las comparaciones.

10. · ··· -·-· ·-· ·· -··· · · -· — —- ·-· ··· ·

11. No escribas en código Morse.

12.Usa; correctamente. Los signos: de, puntuación.

13.Trata de ser claro; no uses hieráticos, herméticos o errabundos gongorismos que puedan jibarizar las mejores ideas.

14.Y sovre todo recuerda ke lo primero es conoser vien la hortografia.

domingo, 10 de marzo de 2013

El taller de jóvenes en plena efervescencia creativa, trabajando, por grupos, guiones.
"Tal vez los lectores han advertido que la novela puede tener hojas de relleno, mientras que el cuento no puede permitirse el tener una sola línea superflua". MEDARDO FRAILE. In memoriam

viernes, 8 de marzo de 2013


¡Orden en la sala!
Andrés Álamo Cienfuegos

 

¡Aquí el único que pone orden soy yo! –exclamó el juez – tiene la palabra el señor fiscal

-Con la venia, señoría …

- Señor fiscal, haga el favor de colocar su abrigo en la percha. La silla no es un lugar adecuado para un abrigo, ni en un juzgado ni en ningún sitio.

- Como decía, con la venia, opino que el señor Corcubielo disparó con evidente alevosía y premeditación a la cabeza del señor Plaza, pese a que este portaba un martillo, ya que, tal y como demuestran las pruebas, el señor Corcubielo guardaba en su casa la pistola, que…

- Suficiente- cortó el juez. Tiene la palabra la señorita abogada de la defensa

- Muchas gracias señor juez

- No hay de qué, señorita abogada…

- Con la venia, señoría antes de culpar al señor Corcubielo de semejantes actos, hay que contar con que el señor Plaza amenazó repetidas veces con…

- ¡Orden en la sala! Volvió a decir el señor calvo

- ¡Por dios, cállese ya! El juez miró el reloj y soltó un aparatoso resoplido. Se frotó los arrugados carrillos de su cara. Cortó a la abogada de la defensa en mitad del discurso.

- Para mí este caso está más que claro. El señor… -miró los papeles- Corcubielo, es decir, el defendido de la señorita abogada actuó en… defensa propia en un estado de… enajenación, si, enajenación… bueno, señores, creo que ya es hora de irse. Se levanta la sesión, se declara inocente al acusado.

-Pero señoría… dijo el fiscal

- La sesión ha terminado. He dicho.

- Orden en la sala… - murmuró el señor calvo, mientras todos se iban.

martes, 5 de febrero de 2013

EUDORA WELTY.
La palabra heredada (1983)

"A los dos años me enseñaron que cualquier habitación de nuestra casa, a cualquier hora del día, podría ocuparse para leer, y sobre todo para hacerlo en voz alta a quien quisiera escuchar. A mí me leía mi madre. Me solía leer por las mañanas en el dormitorio grande, juntas las dos en una mecedora que crujía al compás de nuestros movimientos, como una cigarra que acompañara el desarrollo del relato. Me leía en el comedor durante las tardes del invierno, ante el fuego de carbón, y la historia la terminaba el reloj con su cucú, y me leía por la noche, cuando yo me acostaba. Creo que no le di un solo respiro. A veces me leía incluso en la cocina, mientras batía la mantequilla, y el sonido del mortero repicaba a la par que el cuento, cualquiera que eligiese".
 

miércoles, 9 de enero de 2013

Asnos estúpidos
Isaac Asimov
Naron, de la longeva raza rigeliana, era el cuarto de su estirpe que llevaba los anales galácticos. Tenía en su poder el gran libro que contenía la lista de las numerosas razas de todas las galaxias que habían adquirido el don de la inteligencia, y el libro, mucho menor, en el que figuraban las que habían llegado a la madurez y poseían méritos para formar parte de la Federación Galáctica. En el primer libro habían tachado algunos nombres anotados con anterioridad: los de las razas que, por el motivo que fuere, habían fracasado. La mala fortuna, las deficiencias bioquímicas o biofísicas, la falta de adaptación social se cobraban su tributo. Sin embargo, en el libro pequeño nunca se había tenido que tachar ninguno de los nombres anotados.En aquel momento, Naron, enormemente corpulento e increíblemente anciano, levantó la vista al notar que se acercaba un mensajero.
-Naron -saludó el mensajero-. ¡Gran Señor!
-Bueno, bueno, ¿qué hay? Menos ceremonias.
-Otro grupo de organismos ha llegado a la madurez.
-Estupendo, estupendo. Hoy en día ascienden muy aprisa. Apenas pasa año sin que llegue un grupo nuevo. ¿Quiénes son?
El mensajero dio el número clave de la galaxia y las coordenadas del mundo en cuestión.
-Ah, sí -dijo Naron- lo conozco.
Y con buena letra cursiva anotó el dato en el primer libro, trasladando luego el nombre del planeta al segundo. Utilizaba, como de costumbre, el nombre bajo el cual era conocido el planeta por la fracción más numerosa de sus propios habitantes.
Escribió, pues: La Tierra.
-Estas criaturas nuevas -dijo luego- han establecido un récord. Ningún otro grupo ha pasado tan rápidamente de la inteligencia a la madurez. No será una equivocación, espero.
-De ningún modo, señor -respondió el mensajero.
-Han llegado al conocimiento de la energía termonuclear, ¿no es cierto?
-Sí, señor.
-Bien, ese es el requisito -Naron soltó una risita-. Sus naves sondearán pronto el espacio y se pondrán en contacto con la Federación.
-En realidad, señor -dijo el mensajero con renuencia-, los observadores nos comunican que todavía no han penetrado en el espacio.
Naron se quedó atónito.
-¿Ni poco ni mucho? ¿No tienen siquiera una estación espacial?
-Todavía no, señor.
-Pero si poseen la energía termonuclear, ¿dónde realizan las pruebas y las explosiones?
-En su propio planeta, señor.
Naron se irguió en sus seis metros de estatura y tronó:
-¿En su propio planeta?
-Si, señor.
Con gesto pausado, Naron sacó la pluma y tachó con una raya la última anotación en el libro pequeño. Era un hecho sin precedentes; pero es que Naron era muy sabio y capaz de ver lo inevitable, como nadie, en la galaxia.
-¡Asnos estúpidos! -murmuró.
FIN
"Silly Asses", 1957

domingo, 6 de enero de 2013


El vizconde Demediado, por Paloma Caramelo

 

Título original: Il visconte dimezzato

Autor: Italo Calvino (1923-1985)

Leído: Diciembre 2012

Recomendable: Sí

Resumen: En el siglo XVII, el vizconde Medardo de Terralba y su escudero marchan para unirse al ejército cristiano y luchar contra los turcos. En el primer día de batalla el vizconde es alcanzado de frente por una bala de cañon, que divide su cuerpo en dos partes simétricas. Una de las mitades regresa al condado de Terralba, donde comienza a extender el terror y a manifestar su completa maldad.

Pasado un tiempo, la otra parte de su cuerpo aparece en el condado, siendo la viva imagen de la bondad y realizando todo tipo de acciones altruistas. Pronto ambos se enamoran de Pamela, una campesina, por la cual lucharán y que finalmente accede a casarse con la mitad bondadosa del vizconde. Aún así, tras la boda, la mitad malvada le propone un duelo al recién casado . En él, ambas partes acabarán gravemente heridas y el doctor del pueblo juntará las dos mitades de nuevo en un solo cuerpo, volviendo así el conde a su condición inicial. . El vizconde vuelve a estar completo y, junto a su esposa Pamela, vive feliz por el resto de su vida.

Opinión: Desde la primera a la última página Italo Calvino se muestra en esta obra tremendamente sutil. Partiendo de una descripción sorprendentemente realista es capaz de meter al lector en una batalla desoladora, en la que, a partir de un momento muy claro, la obra deja de seguir el camino hiperrealista y comienza a ser fantástica sin que el lector se percate. El efecto está totalmente conseguido, y el que lee, en vez de extrañarse por los sucesos que ocurren, los cree sin problemas. A partir de ahí, el autor juega a sus anchas con personajes totalmente fuera de lo arquetípico y con un sentido del humor brillante. La historia, bajo un manto de agilidad prosaica esconde una composición minuciosa en la que todo encaja. También hay que destacar que esta lectura puede leerse con diferentes grados de atención, y por lo tanto, puede tener distintos niveles de comprensión. Tanto superficial como profundamente es un libro muy recomendable, pero como ya dije al principio, lo sutil de Calvino solo puede descubrirse con una lectura detenida y profunda. Resulta al final un libro muy personal, en el que el lector ve lo que quiere ver y entiende lo que quiere.