lunes, 7 de febrero de 2011

GUANTES, Paloma Caramelo


Siempre llevo guantes y paso gran parte del tiempo de bolsillo en bolsillo. Cojo y me largo, arranco y me escurro, rasgo, sustraigo, amordazo. Juego alrededor de un barrio, edificios altos y mujeres con grandes bolsos y jugosas tarjetas de crédito. Me reflejo en los cristales de las oficinas, en las que a menudo entro a hacer visitas a mi amiga acorazada.
Con el dorso de la mano acaricio la manga de abrigos ajenos y choco contra peatones despistados que se cruzan en mi camino. Al caer la noche salgo en busca de aventuras y me quedo horas agarrado a una farola, esperando la víctima perfecta. Mi rincón favorito de la ciudad es el lugar ajeno.
Esta noche voy a juguetear un poco. Saco un cigarro del bolsillo trasero del pantalón y lo enciendo con calma. Soy irresistiblemente atractivo cuando fumo, y las cuentas bancarias de las mujeres siempre me han vuelto loco. Entro en un restaurante bastante caro y le hago señas al camarero para que me traiga una copa a la barra. Está fría y mojada por fuera. La seco con elegencia y bebo poco a poco mientras observo la jugada maestra: una pelirroja vestida de granate al fondo de la sala, enfadada y hablando por el móvil. ¡Bingo! Esta noche me enredaré en su pelo, en una habitación lujosa y con muchos ventanales, escurriéndome entre las suaves texturas de las sábanas, la moqueta, el terciopelo de los sofás... Y cuando ella se levante, mis guantes se habrán marchado con su más preciado tesoro.

4 comentarios:

  1. Ánimo Paloma, aunque seas una zote con internet, pásaselo a tus amigos y amigas. Creo que este cuento les gustará.

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  2. Me gusta el texto, el truco de que todo esté visto por los guantes y que ellos mismos narren es muy original. Te felicito.

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  3. El texto es ágil, divertido, intrigante y cargado de sensualidad. El personaje y el punto de vista originales. ¡Muy bien por Palona!

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  4. me gustan esos guantes ladrones. la otra mañana tomé un café en la barra de un bar y ví, jugueteando con una baraja, las manos perfectas para esos guantes, la nariz del dueño de las manos era angulosa, su mirada de escalador de cumbres fantásticas. muy sugerente, paloma.

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