Rosas de
papel - Inés Herrero Martínez
Llueve,
corren a esconderse bajo el portal del edificio. Ríen mientras salpican el
suelo de piedra, tiritando con la ropa pegada al cuerpo. Ellos dos se miran a
través del resto, como si no hubiera nadie más.
Se sientan
frente a frente, escuchando el susurro del agua a su alrededor. Un papel
sobresale por debajo de la puerta, amarillo, negro y rojo, con letras blancas.
Él lo coge, con sus manos grandes y ásperas.
Dobla la
hoja, una y otra vez, dándole forma ante los ojos expectantes. Coge la mano de
ella y pone su creación entre sus dedos. Una rosa. Ella acaricia el papel y le
mira a los ojos, él sonríe.
v
Ella llora en la cama. Hace
frío, apenas distingue las formas de la habitación. Sobre la colcha una carta
escrita con aire lejano, que parece despender el calor de otras manos mientras
lee.
Es un sobre grande, una carta, un libro, una rosa de papel.
Le tiembla el pulso cuando coge el tallo de la flor, acercándolo a su rostro,
aspirando sin esperar nada, y sintiendo su olor quemándole por dentro.
v
Coge su mano y cierra la puerta a su espalda. Caminan por la
acera, hacia ningún sitio. Sus dedos se entrelazan de espaldas al mundo.
Regresan lento. Las sombras se alargan y las luces avanzan
por la calle vacía. El dormitorio es pequeño, oscuro. El reflejo de una farola
dibuja algo pequeño sobre el colchón, ella lo coge y ríe, huele a él. Bajo las
sábanas siete rosas, rojas y verdes, siete rosas de papel.
v
Él se marcha. Las ruedas de la
maleta resuenan por el pasillo. Ella espera en la puerta, él va a la
habitación, había olvidado algo. Le abraza con fuerza, le sujeta contra su
cuerpo, no quiere soltarle nunca. Se va.
Ella camina por una casa vacía.
Llega a la habitación al final del pasillo. Hay un vaso pequeño y brillante en
su mesilla. Siente algo, cada vez más fuerte a medida que se acerca. Siete
rosas, su colonia.
v
Pasa un año, en una esquina esconde sus recuerdos, tres
cartas, dos libros, algo lejano. Acaricia los estantes de madera, uno por uno.
Sus dedos trepan por el mueble. Una esquina, no llega la luz
de la ventana, el polvo esconde la madera, y un vaso pequeño y brillante. Lo
acaricia, sonríe mientras lo acerca a su nariz, pero está vacío. Papel roto que
no huele a nada.
Me gusta especialmente la frase final.
ResponderEliminar¡Qué bien Inés, cómo me gusta el cuento y que lo hayas puesto tú!
ResponderEliminarEstimada ines nos gusta tu cuento. por favor deseamos contactar contigo a traves de la escuela literaria arte thay. Por favor escribenos al info@artethay.com, buscamos talentos como el tuyo.
ResponderEliminarhttp://www.artethay.com/
Estimada ines nos gusta tu cuento. por favor deseamos contactar contigo a traves de la escuela literaria arte thay. Por favor escribenos al info@artethay.com, buscamos talentos como el tuyo.
ResponderEliminarhttp://www.artethay.com/