jueves, 4 de abril de 2013


Sueños por el precipicio
Inés Herrero
Gris, dura, cortante roca. No quiere moverse, sus manos aferran el tiempo, mientras su cabeza golpea el suelo irregular.  Mira sin ver, tantea  curvas conocidas, se enreda en esa telaraña que nunca cederá, almuerzo de una tarántula. Roza un cielo oscuro, muerto, soportando el aire furioso que acomete contra su lomo, salvaje, sin pausas.
Cae en picado, cien pies sin rumbo que se estrellan contra una masa transparente. Se hunde entre espuma, blanca y suave. Escucha el susurro entre las leves ondas que desdibujan su recuerdo, ve los ojos verdes de la sirena, ve los tentáculos del inmenso calamar, la cola blanca de la colosal ballena… siente las burbujas que encierran los últimos suspiros, escapa de la tristeza de los amantes separados y sucumbe entre los sueños de un romántico suicida.