jueves, 27 de octubre de 2011

El pringao y el afilador.
Andrés del Álamo.
Entonces, ¿qué tal va el negocio?, pregunté.
Pué tirandiyo, jefe, me respondió con su acento.
¿Hay clientela?
Cada vé méno, con la que está cayendo...
Siguió afilando el cuchillo un poco más. Una vez hubo terminado le pregunté:
¿Cuánto es?
Cuarenta euriyos, maestro.
Me quedé helado. los gitanos empezaron a cerrar filas.
Será mejó esto, dijo uno de ellos, que usar el cuchiyo pá otra cosa, ¿no cree, jefe?
Claro, claro -dije- y le di el dinero que me pedía.
Qué bonita era la melodía del afilador.
Y qué gilipollas era yo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Tenéis que descubrir cuál es vuestro propio nudo narrativo. ¡Suerte y a ver si lo conseguís en este curso!

domingo, 9 de octubre de 2011

En picado.
Por María Alonso.
Asomado al balcón del último piso del rascacielos, vio la escena: un pájaro apoyado en la ventana del edificio de enfrente despegaba y hacía una pirueta hasta la cuerda, donde una señora estaba poniendo a secar su colección de calcetines. Dejó caer uno, que fue a parar al alféizar de la ventana del vecino de abajo, donde un gato descansaba. El gato se sobresaltó y se asomó, curioso, para ver cómo el cactus que antes estaba a su lado ahora se precipitaba para ir a parar a la calva de un señor trajeado que esperaba al autobús.
Cuando despertó, le atendía una ambulancia y un montón de desconocidos aplaudían porque se encontraba bien. Él, malhumorado, rascándose por debajo de la venda que le habían puesto en torno a la cabeza, miró hacia arriba dispuesto a encontrar al culpable.

miércoles, 7 de septiembre de 2011


PURA FABRICACIÓN BRITÁNICA
Alejandro Millán
Llegó un día a mi puerta preguntando por el piso que alquilaba. En un principio no encontré nada raro en él, excepto su particular manera de poner los brazos y lo obeso que estaba.
Después me llamó la atención la gran cantidad de sacos de té que compraba. Un día subí para preguntarle por su afición a esta bebida. Me lo encontré inclinado de lado sobre una taza con la mano casi tocándola.
- ¿Qué hace?, le pregunté.
- Estoy sirviendo té, ¿quiere un poco?
- ¡Pero si no hay ninguna tetera!
- Yo soy la tetera. ¿Es que no me ve? Soy de pura fabricación británica.
- ¿Perdón?
- ¿Qué le pasa? Bueno, ¿quiere una taza de té o no?
- Voy a llamar a un manicomio, usted no es una tetera.
- ¿Que yo no soy una tetera? Al que se lo van a llevar es a usted, que es el que tiene visiones.
Me abalancé al teléfono y llamé a urgencias.
- ¿Qué pasa?, dijo el loquero al entrar.
- Ese señor, que se cree una tetera, dije.
- ¿Y qué diría usted que es?
- ¿Cómo que qué es? ¡Una persona!
- Perdone señor, acompáñenos que tenemos que hacerle unas preguntas, me dijo mientras me obligaba a meterme en el coche y mi inquilino seguía intentando echar té por la mano.

domingo, 17 de julio de 2011

Locura Bicéfala, por Inés Herrero


Se creía dueño de dos cabezas.

Aseguraba que, cada vez que se miraba el pecho veía dos grandes ojos azabache que vigilaban todos sus movimientos. Cuando se veía reflejado en el espejo se describía a sí mismo como "una enorme bellota calva, con desorbitadas orejas de murciélago"; era una auténtica locura conversar con este hombre, y más aún si hacía hablar a su tripa garabateada.

Me alegro de haberle conocido antes de su terrible transformación – no penséis mal de mí, no es que me guste ir por la vida dialogando con dementes - ¿cómo iba a sospechar que mi propio jardinero estuviera más allá que acá?

Creo que me dí cuenta en nuestro primer diálogo medianamente largo, fue algo así:

- Buenos días señor – dijo cordialmente una mañana.

- Buenos días, Bill – contesté - ¿qué tal han amanecido los rosales?

- ¿Los rosales?... – dijo un poco perdido- Sí, idiota, los rosales de la entrada – se contestó en un susurro a sí mismo – amanecieron rojos, como siempre.

- ¿Te encuentras bien chico?

- ¿Quién yo? – no me podía creer la escena – o contestas rápido bellota, o crecerán tus horribles orejas – se dijo enfadado, con un tono bajo de voz – sí señor, tan bien como siempre.

- Claro Bill. Creo que voy a irme a mi despacho, que tengas un buen día.

- Sí señor, tan bueno como siempre.

Al principio este mal era pequeño, pero a medida que pasaban los días el hombre se obsesionó con que, el rostro malvado de su pecho, se estaba intentando apoderar de él; y algunas noches, se podían escuchar unos agudos chillidos de horror, que se apagaban con una risa perversa de malo de película.

Cuando trataba con Bill en mi casa, se le podía considerar una gran persona. Siempre preocupado por la perfección uniforme de los setos, por arrancar las malas hierbas, por cuidar las flores y por regar todas las plantas... pero de vez en cuando tenía días malos.

Hubo varias ocasiones en las que llegaba decaído, con ojeras. Tenía la extraña sensación de que me vigilaba; uno de estos días podó dos setos en forma de cabeza, decapitó a media docena de rosas y cortó el césped en forma de espiral.

Durante esa semana era aterrador mirar a mi pobre jardín, pero pasados los días volvía la uniformidad; se plantaban más flores y el césped crecía, era como si no recordase lo ocurrido.

A la mañana siguiente amanecía con los ojos pintados de negro carbón, una bellota pegada con celo bajo la camisa y un par de orejas de murciélago dibujadas desde la tripa hasta el cuello; era realmente molesto que te mirara con esa escalofriante sonrisa de loco.

Pero gracias a dios, todo ha terminado, el chico se ha marchado de nuevo a Irlanda, a pasar una temporada con su familia y yo tengo un nuevo jardinero.

Jake es serio, responsable y trabajador... lo único extraño que he observado en él, es que de vez en cuando parece como si hablara con los rosales. Serán imaginaciones mías.

Ahora que lo pienso, ¿no dijo Bill que tenía un primo jardinero?

domingo, 20 de marzo de 2011

JORGE LUIS BORGES. EL ESTUPOR

( Para Inés, que ha descubierto a Borges.)
El estupor
Un vecino de Morón me refirió el caso:
"Nadie sabe muy bien por qué se enemistaron Moritán y el Pardo Rivarola y de un modo tan enconado. Los dos eran del partido conservador y creo que trabaron relación con el comité. No lo recuerdo a Moritán porque yo era muy chico cuando su muerte. Dicen que la familia era de Entre Ríos. El Pardo lo sobrevivió muchos años. No era caudillo ni cosa que se le parezca, pero tenía la pinta. Era más bien bajo y pesado y muy rumboso en el vestir. Ninguno de los dos era flojo, pero el más reflexivo era Rivarola, como luego se vio. Desde hace tiempo se la tenía jurada a Moritán, pero quiso obrar con prudencia. Le doy la razón; si uno mata a alguien y tiene que penar en la cárcel, procede como un zonzo. El Pardo tramó bien lo que haría.
Serían las siete de la tarde, un domingo. La plaza rebosaba de gente. Como siempre, ahí estaba Rivarola caminando despacio, con su clavel en el ojal y su ropa negra. iba con su sobrina. De golpe la apartó, se sentó en cuclillas en el suelo y se puso a aloetear y a cacarear como si fuera un gallo. La gente le abrió cancha, asustada. ¡Un hombre de respeto como el Pardo, haciendo esas cosas, a la vista y paciencia de todo Morón y en un día domingo! A la media cuadra dobló y, siempre cacareando y aleteando, se metió en la casa de Moritán. Empujó la puerta cancel y de un brinco estuvo en el patio. La turba se agolpaba en la calle. Moritán, que oyó la alharaca, se vino desde el fondo. Al ver ese monstruoso enemigo, que se le abalanzaba, quiso ganar las piezas, pero un balazo lo alcanzó y después otro. A Rivarola se lo llevaron entre dos vigilantes. El hombre forcejeó, cacareando.
Al mes estaba en libertad. El médico forense declaró que había sido víctima de un brusco ataque de locura. ¿Acaso el pueblo entero no lo había visto, conduciéndose como un gallo?"
(De El oro de los tigres. 1972)



domingo, 13 de marzo de 2011

VIRGINIA WOOLF nació en Londres en 1882 y murió a los 59 años. Fue novelista, ensayista, escritora de relatos, editora y feminista. Una de las figuras más destacadas del modernismo literario. Perteneció al grupo Bloomsbury. Aparte de maravillosas obras literarias, como La Señora Dalloway, Al faro, Fin de viaje, Orlando, Las Olas; Una Habitación propia, o Las mujeres y la literatura, dejó su lúcido pensamiento como mujer, del que recogemos algunas frases:

Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción (Una habitación propia)

El lector que haya intimado con las severidades del trabajo de redactar no necesitará pormenores: cómo escribió y le pareció bueno; releyó y le pareció vil: corrigió y rompió; omitió; agregó, conoció el éxtasis, la desesperación: tuvo sus buenas noches y sus malas mañanas; atrapó ideas y las perdió; vio su libro concluido y se le ´borró; personificó sus héroes mientras comía; los declamó al salir a caminar; rió y lloró; vaciló entre uno y otro estilo; prefirió a veces el heroico y pomposo; otras el directo y sencillo... y no llegó nunca a saber si era el genio más sublime o el mayor mentecato de la historia (Orlando)

No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.

Sí, siempre mantened los clásicos a mano para prevenir la caída.

Escribir constituye el placer más profundo, que te lean es solo un placer superficial.