Blog creado por el taller de jóvenes escritores impartido por Carmen Peire, para compartir relatos de jóvenes, aficiones literarias, libros y todo lo relacionado con la literatura
miércoles, 22 de abril de 2015
UNIDOS PARA SIEMPRE. Ana Manso
Era de noche en la hermosa ciudad de París; no muy tarde, quizá las 11, y una pareja joven disfrutaba del ambiente. La chica miraba su anillo y el brillo se reflejaba en sus ojos. El chico sonreía a su lado mientras acariciaba su pelo con dulzura. Toda la escena respiraba placidez, y la ciudad parecía acompañarla a la perfección: el hombre del acordeón en la esquina, la noche iluminada por la cálida luz de las farolas, el maravilloso olor del restaurante a su lado y, por supuesto, la Torre Eiffel a sus espaldas que creaba una imagen digna de una postal.
Pero si dirigías la mirada hacia arriba apreciabas en lo más alto de la imponente estructura la presencia de un hombre que veía la realidad de la cuidad: las prisas, el ruido de los coches, el olor a contaminación y las sombras que proyectaban las farolas, oscuras como sus pensamientos. Si se esforzaba, incluso era capaz de escuchar los chillidos de las ratas que se escondían en cada esquina de la ciudad.
Bueno, tenía que reconocer que no había estado muy optimista desde que su mujer le abandonó por ese niñato millonario y la verdad es que la cosa no mejoró cuando le despidieron por supuestos problemas con el alcohol. Menuda idiotez, una botella de whisky por la mañana no mataba a nadie. El verdadero problema estaba en el precio de las botellas, una cifra escandalosamente cara que le obligó a retrasarse ligeramente en el pago del alquiler hasta que su casero tuvo la desfachatez de echarle a la calle. La verdadera depresión llegó cuando ya no pudo comprar más whisky, y se prolongó hasta ese momento en el que con los problemas a su espalda, París frente sus ojos y la Torre Eiffel a sus pies, saltó.
Cuando la feliz pareja miró hacia arriba y vio al hombre, sus sonrisas se congelaron y la felicidad y la amargura se unieron para siempre en un revoltijo de brazos y piernas aplastados contra el cemento de la hermosa ciudad de París.
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De acuerdo genial narrativa y cierra el círculo.
ResponderEliminarMe parece increíble todo lo que cabe en un cuento y lo bien contado que está éste. Me gusta mucho, Ana. Los chicos y chicas del taller de Carmen tenéis un nivelazo. Tendríais que publicar más cosas para nuestro deleite.
ResponderEliminarEnhorabuena Ana. Has dicho mucho en poco espacio y, como siempre, con ese sutil sentido del humor que tienes.
ResponderEliminarhttp://historiasrarasrocioschwab.blogspot.com.ar/ con ganas de recibir comentarios
ResponderEliminarMe pareció muy bueno pero cambió el trayecto de la lectura ojo
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