Sobre la magnífica roca se erigía ella
imponente, Reina de la Roca, que extendía los brazos como si solo viviera para
el sol, ese sol que gobernaba en el verano de Italia. Las sombras eran casi
inexistentes. Sentada sobre el peñasco, dejó que el mar le lamiera los pies.
Últimamente tenía visiones extrañas, en las que el colorido pueblo y los montes
boscosos se sustituían por paredes de hormigón, y el único azul que había era un
cuadrado de cielo a través de una ventana pequeña. Se relajó cuando se fijó en
el mar fresco y oscuro. Siempre tenía la esperanza de que esas visiones no se
repitieran y su isla se quedara con ella.
Un joven moreno apareció a su espalda y se
sentó a su lado. Ella le dio la mano.
- Vamos a pasear por la playa, su sonrisa era
cálida.
Ella se levantó para seguirlo. De súbito se
encontró encerrada en otra de sus visiones. El joven ya no la sonreía. Tiraba
de su mano con rudeza.
- ¿Qué te ha pasado? ¿Vamos a pasear por la
playa?, dijo ella.
- No. Tienes que ir a ver al doctor.¡Vamos!
Su voz era ya agresiva. Entonces se fijó en su uniforme y su placa. Aún no lo entendía. Miró hacia abajo. Llevaba puesto un mono naranja.
- ¿¡Y mi ropa!? ¿Dónde está?
La expresión del policía se suavizó. Habló
muy despacio, como si se dirigiera a un niño pequeño.
- Si vienes conmigo te enseñaré dónde está tu
ropa, ¿vale?
Asintió, complacida. No la hablaba con tanta
dulzura como en la playa, pero ya no era hostil. Quizá volvía a acordarse de
quién era ella.
Le siguió hasta una sala donde había un señor
mayor con bata blanca. Unos hombres armados se apostaban en las esquinas. Un
gran espejo cubría una pared. Sus ojos negros y brillantes le devolvieron la
mirada. Su rostro ya no era saludable, sino enloquecido y demacrado.
- Siéntate – ordenó el médico - . Explícame que
te pasa.
- Yo solo quiero volver a la playa. No sé por qué
me traen aquí. Todo el mundo parece haber olvidado…
- ¿Recuerdas a este hombre?¿No recuerdas quién
lo asesinó?- Le mostró una foto.
Un regusto ácido se extendió por su estómago.
Ella amaba a ese hombre. Era su hermano. La rabia se apoderó de ella.
- ¿¡Quién!?
El médico la miró de manera elocuente. Entonces ella comprendió y se buscó en
el espejo.
Todo se convirtió en un caos de sangre y cristal.
Enhorabuena, Sara. Recién llegada y a tu edad, tiene mucho mérito. Me encanta esta historia de sangre y cristal.
ResponderEliminarMadre mía ¡Impresionante!
ResponderEliminarEnhorabuena Sara me ha parecido rotundo, con mucho peso, original y mucho más. Estilo propio y personalidad fuerte.
ResponderEliminarLo que eres y con la ayuda del taller lo que vas a ser "Muy Grande"
Guau! Capote, Vian, Ludlum... Enhorabuena Sara!
ResponderEliminarWoow enhorabuena!!! Me ha encantado el texto! Sigue así!
ResponderEliminarGracias a todos!
ResponderEliminarMola muchísimo, me ha mantenido en suspense hasta el último segundo.
ResponderEliminar¡Qué imágenes tan potentes! ¡Y eso que estás empezando! ¡¡Enhorabuena, Sara!!
ResponderEliminarEnhorabuena Sara, es un relato maravilloso y un logro, vas a ser muy grande
ResponderEliminarMuy bien, Sara. Me ha gustado mucho. Tiene mucho mérito esa imaginacion a tu edad. Sigue escribiendo, sigue y sigue... por favor.
ResponderEliminarMuy buena
ResponderEliminarMuy buena redacción, aquí en este espacio donde nosotros los jóvenes podemos decir, expresar lo que sentimos. Y donde podemos demostrar el talento de escritora.
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