sábado, 13 de diciembre de 2014

Rosas de papel - Inés Herrero Martínez

Rosas de papel - Inés Herrero Martínez


Llueve, corren a esconderse bajo el portal del edificio. Ríen mientras salpican el suelo de piedra, tiritando con la ropa pegada al cuerpo. Ellos dos se miran a través del resto, como si no hubiera nadie más.

Se sientan frente a frente, escuchando el susurro del agua a su alrededor. Un papel sobresale por debajo de la puerta, amarillo, negro y rojo, con letras blancas. Él lo coge, con sus manos grandes y ásperas.

Dobla la hoja, una y otra vez, dándole forma ante los ojos expectantes. Coge la mano de ella y pone su creación entre sus dedos. Una rosa. Ella acaricia el papel y le mira a los ojos, él sonríe.

v   

Ella llora en la cama. Hace frío, apenas distingue las formas de la habitación. Sobre la colcha una carta escrita con aire lejano, que parece despender el calor de otras manos mientras lee.
Es un sobre grande, una carta, un libro, una rosa de papel. Le tiembla el pulso cuando coge el tallo de la flor, acercándolo a su rostro, aspirando sin esperar nada, y sintiendo su olor quemándole por dentro.
v   

Coge su mano y cierra la puerta a su espalda. Caminan por la acera, hacia ningún sitio. Sus dedos se entrelazan de espaldas al mundo.
Regresan lento. Las sombras se alargan y las luces avanzan por la calle vacía. El dormitorio es pequeño, oscuro. El reflejo de una farola dibuja algo pequeño sobre el colchón, ella lo coge y ríe, huele a él. Bajo las sábanas siete rosas, rojas y verdes, siete rosas de papel.

v   

Él se marcha. Las ruedas de la maleta resuenan por el pasillo. Ella espera en la puerta, él va a la habitación, había olvidado algo. Le abraza con fuerza, le sujeta contra su cuerpo, no quiere soltarle nunca. Se va.
Ella camina por una casa vacía. Llega a la habitación al final del pasillo. Hay un vaso pequeño y brillante en su mesilla. Siente algo, cada vez más fuerte a medida que se acerca. Siete rosas, su colonia.
v   

Pasa un año, en una esquina esconde sus recuerdos, tres cartas, dos libros, algo lejano. Acaricia los estantes de madera, uno por uno.

Sus dedos trepan por el mueble. Una esquina, no llega la luz de la ventana, el polvo esconde la madera, y un vaso pequeño y brillante. Lo acaricia, sonríe mientras lo acerca a su nariz, pero está vacío. Papel roto que no huele a nada. 

4 comentarios:

  1. ¡Qué bien Inés, cómo me gusta el cuento y que lo hayas puesto tú!

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  2. Estimada ines nos gusta tu cuento. por favor deseamos contactar contigo a traves de la escuela literaria arte thay. Por favor escribenos al info@artethay.com, buscamos talentos como el tuyo.

    http://www.artethay.com/

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