Por María Alonso.
Asomado al balcón del último piso del rascacielos, vio la escena: un pájaro apoyado en la ventana del edificio de enfrente despegaba y hacía una pirueta hasta la cuerda, donde una señora estaba poniendo a secar su colección de calcetines. Dejó caer uno, que fue a parar al alféizar de la ventana del vecino de abajo, donde un gato descansaba. El gato se sobresaltó y se asomó, curioso, para ver cómo el cactus que antes estaba a su lado ahora se precipitaba para ir a parar a la calva de un señor trajeado que esperaba al autobús.
Cuando despertó, le atendía una ambulancia y un montón de desconocidos aplaudían porque se encontraba bien. Él, malhumorado, rascándose por debajo de la venda que le habían puesto en torno a la cabeza, miró hacia arriba dispuesto a encontrar al culpable.
me encanta esa descripción por los tejados, sobrevolando, la maceta...
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