domingo, 9 de diciembre de 2012


Rojo II
Alex Millán

Corro. Detrás de mí, el calor. Pasos. Más rápido. Gritos que me llaman. Chillidos. No puedo más. Me caigo mientras el rojo me atraviesa.
      Estoy jadeando. Me siento contra la pared, todavía con el corazón acelerado. Eso pasó hace muchos años. Me cambio para irme al trabajo cuando suena el despertador. No sé ni para qué lo tengo. Todas las mañanas son iguales.

Vuelvo agotado. No puedo hacer nada más que sentarme en el sofá. Oigo pasos. Serán los de al lado que han vuelto de ir al supermercado. Los vuelvo a oír. Parece que vienen de dentro de mi casa. Me levanto y miro. No hay nadie. Me habré equivocado.
         Un chispazo. El rojo se acerca a mí. Corro. El calor en mi piel. Gritos que me llaman. Chillidos. El rojo me alcanza.

Un nuevo día. Mientras bajo las escaleras a la calle, oigo pasos.

-¡Espera Nicolás! ¡Espera!
Me giro. No hay nadie.

-¿Sí?- Respondo
Nadie me contesta. <<Tonterías>> pienso.

El rojo me rodea. Salgo del edificio. Corro. Chillidos. Una barrera roja ante mí. A la derecha. Otra de frente. Media vuelta. Otra. El rojo me consume.
Al lado de mi cama oigo pasos. Enciendo la luz a toda prisa. Nadie. Vienen del pasillo. Una voz me llama. Chillidos. Salgo corriendo de la casa todavía en calzoncillos. Cuando los ruidos se callan vuelvo a entrar. Me cambio, y salgo inmediatamente. El médico me dice que me tome unas pastillas y vuelva a casa, por ahora, y que si continúan las voces, que vuelva a ir.

Es la primera noche en más de quince años que no tengo esa pesadilla. Será por las pastillas. Son las primeras que consiguen que se me vayan los sueños. Me estoy cambiando cuando empiezo a sentir calor. Las paredes están rojas. Salgo corriendo y me subo al coche.

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