domingo, 6 de diciembre de 2015

ALGO PEGAJOSO, por Lucía Sánchez


 
 
 
 
ALGO PEGAJOSO
Aquel hombre llevaba todo el día perforándome la cabeza. Nada más llegar a la puerta del trabajo se me acercó con un gesto de torpeza. Me rozó el hombro y con demasiada confianza me rodeó la cadera.
Yo, recelosa ante su reacción, tras aquel despiste nocturno en el que sin saber porqué acabé en la cama de un hostal de mala muerte, sin ropa y con un becario escuálido como acompañante, aparté su mano de mi desaliñado pantalón y le otorgué una mirada de asco digna del puré de espinacas.
Subimos en el ascensor hasta la décima planta; yo apartándome de su lado y él acercándose a mí.
La jornada se hizo larga y pegajosa, demasiado pegajosa. Él me miraba, yo me asqueaba. Él se acercaba, yo me alejaba.
Tocaron las cuatro en punto, cogí mis cosas y con aquellos andares desganados y resacosos me colé en el ascensor… ¡Mierda! El  estaba allí!
-¿Quieres que vaya a tu casa? A hacerte compañía nada más.
-No. Gracias.
-¿No quieres compañía?
-Creo que no. No ahora mismo.
-¿Estás segura?¿Te encuentra bien?
-Me encuentro bien.
La puerta del ascensor se abrió y yo sin mirar atrás salí del edificio. Tomé el primer autobús. Cuando llegó a la última parada entré en el bar que había enfrente y pedí una copa del alcohol más barato y rancio que hubiese. Aquella copa, ¡oh! Esa sí que me supo a gloria.

sábado, 5 de diciembre de 2015

¡MALDITAS VACACIONES!, por Inés Vázquez.


 
El verano es un tiempo de descanso, tranquilidad, diversión… ¡Eso era antes! Ahora es una especie de tortura porque tienes que estar en una maldita residencia, con enfermeras que te tratan como si tuvieras tres años y viejos que solo hablan de lo mal que está España y de lo mal que les cae su yerno. ¿Ir a la piscina? Allí haces  el bobo con una pelota hinchable y ves a señoras mayores con arrugas y celulitis en las piernas. ¡Ni siquiera puedes nadar!  Lo único que se puede hacer en esta maldita residencia es jugar a las cartas, al ajedrez o al parchís, y casi todos mis contrincantes se quedan dormidos a los diez minutos. Lo peor es cuando viene tu familia de visita y todos tienen prisa por irse porque tienen otros planes, como ir a la playa, al parque a tirar globos de agua… ¡Demonios! Añoro esas vacaciones en las que era un chaval y estaba todos los días fuera de casa, acompañado por los amigos y alguna chica guapa.

lunes, 19 de octubre de 2015

A BRUMA DOR


 

 

 

A aquel profesor tan querido.

 

Así que te es demasiado. Qué duro. Qué ola te cae encima. La espesa niebla te ha rodeado.

Abrumado te encuentras.

Qué mal sentido, desvalorado esfuerzo. Pésima explicación. Desganado recibimiento.

“¡Abrumado me encuentro!”

Así que arrollador es lo que pienso y te escribí con esmero. Qué orgullo herido. Qué decepción tu respuesta y estilo.

¿Abrumador lo que escribo?

Son tus puertas demasiado estrechas que no dejan pasar ni el aguacero más fino. Ni húmedo estas siquiera.

¿Abrumador? Un comino.

lunes, 14 de septiembre de 2015

GABRIEL CELAYA. La poesía es un arma cargada de futuro.




Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, 

mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia, 

fieramente existiendo, ciegamente afirmando, 

como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente 

los vertiginosos ojos claros de la muerte, 

se dicen las verdades:
 
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas 

que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, 

piden ser, piden ritmo, 

piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto, 

con el rayo del prodigio,

como mágica evidencia, lo real se nos convierte 

en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria 

como el pan de cada día, 

como el aire que exigimos trece veces por minuto, 

para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan 

decir que somos quien somos, 

nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. 

Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo 

cultural por los neutrales
 
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. 

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta 
mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren 

y canto respirando.
 
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas 

personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, 

y calculo por eso con técnica qué puedo. 

Me siento un ingeniero del verso y un obrero 

que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta 

a la vez que latido de lo unánime y ciego. 

Tal es, arma cargada de futuro expansivo 

con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada. 

No es un bello producto. No es un fruto perfecto. 

Es algo como el aire que todos respiramos 

Son palabras que todos repetimos sintiendo 

como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. 

Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. 

Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.