ALMA DESESPERADA, por Marina López Gómez.
Aquí me he resignado, aquí doblo la frente.
Cuando el temblor se inicia y demanda obediencia
ni siquiera la nieve que doblega y sentencia,
ni el atroz día mudo que alarga un huso ausente.
Pues ella enfrenta al sol miradas de serpiente
que le extraigan al mar pateras y decencia.
Al muro encaramada, bella hasta en la demencia
el incendio final que da nombre a occidente.
Sin alma, a ser posible, que es lo perecedero,
la noche es un ritual detrás de la cortina,
y la lágrima perdida, dentro de un aguacero.
En el alma se estanca el rumor de la ruina,
tendré que resignarme al pan de este aguacero
en mi peor momento, en mi mayor espina.
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